REDECOM-COPUDEVER, seis meses exigiendo Justicia para Paso de la Reyna

27 julio, 2021

Las comunidades mixtecas, chatinas y afro oaxaqueñas que han desarrollado su vida en torno al río Verde, tienen más de catorce años en resistencia por la defensa de sus territorios. Durante este tiempo han enfrentado diversas agresiones, por lo que han tenido que organizarse desde la colectividad en la que desarrollan sus modos de vida comunitaria. Durante estos años, Paso de la Reyna y las demás comunidades integrantes del Consejo de Pueblos por la Defensa del Río Verde, COPUDEVER, han dicho: NO al proyecto hidroeléctrico y han sabido sortear las acciones que el Estado ha instrumentado para instalar dos presas, que además de despojarlos del agua y del territorio que ha pertenecido a sus abuelas y sus abuelos, alteraría no sólo el afluente natural del río, sino las formas en que las comunidades ribereñas se relacionan con su entorno.

 

Paso de la Reyna es una de las poblaciones de la Costa Oaxaqueña que ha organizado su vida en torno al río, esta pequeña comunidad Chatina perteneciente al municipio de Santiago Jamiltepec, ha visto alterada su dinámica cotidiana y comunitaria a raíz de los hechos de violencia que se han registrado en los últimos seis meses. Para la gente que vive en la comunidad de Paso de la Reyna, estos hechos sin precedentes dentro de su territorio, se han reflejado en un parteaguas que ha fracturado sus actividades. Desde enero, cinco compañeros de esa comunidad han sido asesinados sin que, hasta el momento, la Fiscalía haya dado algún resultado a las carpetas de investigación que se han levantado y se haya dado con los responsables.

Sin respuesta institucional que les dé certeza, la población ha tenido que organizarse internamente y ha articulado una guardia que desde hace un par de meses, les permite respirar con un poco de tranquilidad. Desde abril, y ante la inconstante presencia de la Guardia Nacional y la Policía Estatal, quienes, según los relatos de la población, sólo hace acto de presencia cuando ya han transcurrido los hechos de violencia y a los pocos días, vuelven a ausentarse, lo que ha generado preocupación e incertidumbre entre la gente, pues no hay quien garantice el tránsito local desde la desviación de La Humedad, hasta la comunidad. A pesar de que la gente y la campaña que en redes sociales ha exigido Justicia para Fidel, Jaime, Noé, Gerardo, Raymundo y la comunidad de Paso de la Reyna con el respaldo de más de cien organizaciones civiles y sociales, a casi seis meses de estos lamentables sucesos, no hay respuestas para las familias que han llevado su duelo en silencioso temor.

Dentro de la comunidad, allá donde los ecos de las parcas declaraciones institucionales se pierden entre las veredas por donde pastan las vacas y los becerros, y después del terror que ha implicado el asesinato de cinco personas, la familia de Fidel ha tenido que dejar el hogar, empacar las pocas pertenencias y los recuerdos, y, por seguridad, emigrar. La negligencia institucional se ha tornado en omisiones que han costado la tranquilidad de la población ribereña y le ha negado a la familia de Fidel, la posibilidad de un futuro, y el consuelo de llevar flores a una tumba.

A seis meses de la violencia en las comunidades de la Costa, las diferentes instancias gubernamentales responsables de llevar a cabo las investigaciones, no han presentado avances, a pesar de que ya se ha reconocido la necesidad de otorgar medidas cautelares, las medidas no se cumplen, por tanto, los defensores y defensoras están en el desamparo y la indefensión por la falta de cumplimiento del Estado mexicano por salvaguardar los derechos de las personas defensoras de derechos humanos, así como velar por su seguridad e integridad al realizar su labor.

Ante la ausencia de respuestas institucionales, la gente poco a poco ha retomado sus actividades a pesar de que la negligencia institucional se ha tornado en omisiones que han costado la tranquilidad de la población ribereña, como podemos constatarlo en el testimonio de una habitante de la comunidad: «Cuando pasó lo de Fide, fue algo sorpresivo porque nadie se lo esperaba, nadie sabía qué estaba pasando, ya cuando pasó lo de los otros compañeros que igual fueron asesinados, fue como decir «qué nos está pasando» empezó el miedo, a partir de eso la comunidad dejó de hacer sus actividades que hacían, los jóvenes son los que salían por las tardes, en las noches, a jugar a platicar, había vida en la comunidad de noche, después de lo que pasó con el señor Jaime, se sintió más miedo y más inseguridad en la comunidad, a partir de eso que fue en marzo, de ahí a abril se tomó la decisión de que se empezara con el campamento en las noches, todo ese mes hubo miedo, la comunidad estaba triste y dolida, todo estaba cerrado, obscuro, a las ocho de la noche las calles estaban solitarias. Tal vez se sabía quién había sido, pero todo fue sorpresivo, nadie se esperaba un asesinato hacia alguien de la comunidad, las personas que salían a trabajar al campo iban con miedo, no terminaban sus jornadas de trabajo, la comunidad estuvo con miedo y eso afectó en lo económico, trabajaban con miedo, el trabajo de las mujeres se vio afectado».

Históricamente, la comunidad de Paso de la Reyna se ha organizado desde sus propios referentes. Cuando iniciaron, los bloqueos para impedir la instalación de la presa hidroeléctrica, las guardias se hacían todo el día, ahora sólo retoman por las noches, para dar algo de tranquilidad al pueblo: «Se llevó a cabo una asamblea de ciudadanos para ver qué se iba a hacer para estar seguros, porque la guardia, la estatal habían entrado, pero no van seguido, van cada quince días, cuando Fide empezaron a venir diario, luego dejaron de venir, luego cuando pasó lo demás, los primeros días fueron seguido, a veces iban en la mañana, luego iban en la noche, cuando asesinaron a Jaime igual, empezaron a ir los primeros días pero luego dejaron de ir, a raíz de eso, el agente convocó a una asamblea y ahí se tomó la decisión que se empezara con el bloqueo, a partir de eso, pusieron el campamento, que fue el 19 de abril».

Por esta acción comunitaria tomada desde las autoridades locales, es que poco a poco la gente ha vuelto a salir nuevamente. Sin embargo, el temor sigue, dentro y fuera de la comunidad, como comparte una compañera integrante del Consejo de Pueblos en Defensa del Río Verde: «Pues al principio hubo temor no solamente para Paso de la Reyna, fue para todo el movimiento, para todos los que integramos el COPUDEVER, porque este golpe para nosotros fue muy fuerte, como defensores de nuestros territorios, somos vulnerables, hubo cierto temor, como que estábamos esperando qué más seguía, mataron a Fide, mataron a otros tres compañeros, mataron al compañero Jaime, y desde lejos notamos que se siente que somos vulnerables y que por parte de las autoridades, quienes tienen la responsabilidad de protegernos, no se ve, no se ve reflejado que estamos seguros, que digamos, «asesinaron a los compañeros, por parte de las autoridades, de los organismos que son responsables, tienen la obligación de velar y proteger los derechos de todos los ciudadanos, no nos sentimos cobijados, eso fue lo que notamos, temor, nos sentimos desprotegidos, no nos sentimos seguros, mucho temor por parte de los compañeros. El aporte de ellos es una parte porque fueron autoridades, ellos como defensores, como ciudadanos entregaron su esfuerzo, su dedicación por defender su territorio, siempre los veía muy motivados, entregados, dispuestos a lo que fuera, ellos entregaron su vida, Fide, Jaime, me tocó convivir con ellos, como defensores luchaban con esa convicción, cuando fueron autoridades comunitarias con mucha más fuerza, porque sentían que era más su responsabilidad, tenían que hablar más con las autoridades municipales y de gobierno, yo creo que eso les costó a ellos que los asesinaran». La experiencia que comparte la compañera dentro del territorio de la Costa de Oaxaca, lamentablemente es una constante que se repite en todo el país: La violencia contra las personas defensoras de la tierra y el territorio ha escalado a niveles alarmantes, sin ninguna garantía sobre su seguridad o sus vidas.

En junio, el camino hacia la Costa de Oaxaca no es tan diferente de lo que es todo el año, la carretera que la gente recorre diariamente para llevar y traer jamaica, limones, papayas y toda la producción que el campo produce y reproduce en temporada estival, la lluvia renueva el verde tierno de las milpas y las huertas de frutas, sobre el camino se bordan la mayoría de las poblaciones y comunidades costeñas, entre casitas de adobe y techo de palma que escalan sobre diversos puntos de la cartografía costeña. Este año, a diferencia del anterior, las lluvias han sido más constantes, a pesar de la pandemia, la gente había podido desarrollar su vida con relativa tranquilidad, sembrar, ir al campo, llevar a los animales a pastar.

Sin embargo, para la gente de Paso de la Reyna, a partir del asesinato de cinco compañeros defensores del territorio, la vida no ha vuelto a ser la misma, la alegría parece haberse diluido entre el temporal y ahora sólo acampa el miedo de saberse vulnerados en su universo más íntimo. Por ahora, y hasta que las respuestas lleguen, la comunidad ha decidido cerrarse sobre sí misma en un intento de preservar lo que son, lo que representan, con la mirada y las acciones puestas en cuidar su pasado y su porvenir.

La última vez que vi a Jaime, fue el catorce de marzo de hace dos años, la comunidad conmemora el Día del Río Verde, alrededor del cual, la gente celebra la lucha y la vida que construyen desde su territorio simbólico. Esa ocasión, quienes nos dimos cita desde distintos puntos de la Costa para celebrar al río, nos enfilamos sobre un camino de terracería que sube y baja a la vera del río en una destartalada camioneta hacia el punto donde pretende imponerse la presa, a veinte minutos de la comunidad. Después de constatar con la mirada, Jaime nos explicó lo improbable de la infraestructura entre un punto del cerro y otro, volvimos a la comunidad, volvimos a la fiesta, a celebrar la digna lucha de los pueblos de la Costa. Al final, después de la cena, nos despedimos, como muchas veces antes nos habíamos despedido, con el cariño que crece al acompañarnos en este camino que elegimos recorrer. A cuatro meses de tu ausencia en el mundo, estimado Jaime, puedo decirte que la lucha y la resistencia siguen, en tu nombre, en el de Fidel, y en el de todas y todos que han dado su vida en la lucha por preservar la Vida.

Los días en Paso de la Reyna han alterado su curso, aun cuando el sol sigue iluminando las veredas, y la guardia sigue apostada sobre el puente que lleva a la comunidad, pareciera que los pasos sobre la tierra se han detenido, la gente ha dejado de asistir a la milpa, al encierro, a vigilar a los animales, una calma aparente parece haberse apoderado de la gente, paralizada entre la sorpresa y el temor, que de a poco han vuelto a alimentar las formas cotidianas que alimentan su cosmogonía. El tiempo de la milpa parece haberse detenido, sobre las aguas del río se asienta la mansedumbre de la ausencia de la pesca y de la chicalmaca. 

A seis meses del cobarde asesinato de Fidel, de Noé, de Jaime, Gerardo y Raymundo, el río ya no entona alegre su melodía líquida, el temor sigue, escondido entre la vereda, réquiem silencioso de luciérnagas y grillos, la tristeza anida entre el musgo taciturno de las piedras, el puente que lleva hasta la comunidad grita entre sus letras: No al proyecto hidroeléctrico Paso de la Reina, en permanente vigilia. Sin embargo, su presencia sigue viva, y ahora vive en la fronda de los árboles, en el púrpura de las bugambilias, en la voz serena del viento, parvada de pájaros invisibles que dibuja entre los reflejos marinos de sus aguas, en los espíritus del río que anidan su fe en la memoria de los peces el recuerdo perenne de aquellos que han dado su vida por defenderlo.

Astrid Paola Chavelas

Red de Defensoras y Defensores Comunitarios de los Pueblos de Oaxaca-REDECOM

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