By: Patricio Rodrigo
Date: Friday, April 5, 2013
Originalmente publicado en Patagon Journal
Nadie pone en duda que el mundo está viviendo un cambio de época. Las señales son numerosas, desde la propia naturaleza, como el cambio climático, y desde la cultura, la emergencia de los movimientos sociales y las nuevas primaveras en diversos países del mundo.
En Chile, la defensa de la Patagonia contra los proyectos que pretenden colmarla de represas como HidroAysén ha marcado un antes y un después en materia de campañas y luchas ambientales. Se demostró en las masivas marchas de mayo del 2011, tanto en Santiago, como en muchas ciudades del país y también del extranjero, que pusieron los temas ambientales y de energía en la agenda pública. El respaldo ciudadano a la causa de Patagonia sin Represas alcanza un 75% de la población del país se opone a su construcción en Aysén.
Los chilenos y habitantes del mundo entero tienen un especial afecto por Patagonia y se la juegan por defenderla desde sus propias experiencias, capacidades, principios o convicciones. Es aún mayor el compromiso en quienes han tenido la experiencia de conocerla y vivir las sensaciones de estar en una naturaleza prístina con paisajes conmovedores y gente acogedora.
Esta capacidad de emocionar a las personas y aumentar su sensibilidad, constituye un valor intrínseco a la naturaleza de la Patagonia que empapa el alma de los ciudadanos del siglo XXI. ¿Será porque es una de las reservas de agua pura más grande del mundo? ¿Porque es una reserva de vida? ¿Porque sitúa al ser humano en su real dimensión de ser parte y no dueño de algo tan sublime? Preguntas hay muchas, pero cada día son más los visitantes de Aysén y de toda la Patagonia chilena, de todas las nacionalidades, buscando experiencias únicas de disfrutar de la naturaleza en su estado virginal y crecer como personas y ciudadanos llamados a proteger el planeta.
Las metas las fija la sociedad, nos decía Albert Einstein, indicando además que la política, la ciencia y la técnica, deben actuar como los instrumentos para alcanzar dichas metas y no imponer sus intereses particulares. Chile y el mundo han definido una meta para la Patagonia, que implica Conservación de la Naturaleza y Sustentabilidad de sus procesos de desarrollo.
El ambientalismo chileno en conjunto con las organizaciones de la Mesa Social por un Nuevo Chile, han planteado: “Otorgar a la Patagonia Chilena, entendida como el territorio desde las comunas de Llanquihue y Cochamó al Sur, mediante una Ley específica, un estatus de protección a su patrimonio ambiental y cultural, declarándola como Reserva de Vida, Reserva de Agua frente al Cambio Climático y Zona de Sustentabilidad, excluyendo megaproyectos energéticos y/o mineros, respetando las vocaciones territoriales decididas por sus actores sociales, como el turismo, los servicios ambientales, la producción limpia y estableciendo la certificación territorial de la calidad ambiental”.
Estas propuestas de futuro demuestran cómo aprecian los ciudadanos chilenos el valor intrínseco de la Patagonia chilena, patrimonio natural de un territorio prácticamente inexplorado, con más de 74 mil kilómetros de borde costero, llenos de glaciares y campos de hielo, de fiordos desconocidos, cumbres indómitas y donde el hombre habita en menos del 10% del territorio, con una cultura propia que le da aún más valor.
Sin embargo, además de ese valor esencial, Aysén tiene un gran valor económico por la demanda creciente de turismo y de nuevos habitantes que requieren terrenos donde instalar sus proyectos económicos y de vida. El daño que causaría HidroAysén a la economía regional es significativo, la Universidad de Chile con datos del año 2008 calculó pérdidas netas por más de 40 millones de dólares al año por menor afluencia de turistas y 500 millones de dólares en los doce años de su eventual construcción. También el profesor Fernando Salamanca, estimó que la Región tiene un potencial de ingreso turístico anual, si desarrolla sus capacidades, por sobre los 1.150 millones de dólares al año. Solo la destrucción del paisaje que ocasionaría la represa Baker 1, tendría un valor estimado, según la Universidad de Concepción, de 210 millones de dólares.
Esto demuestra que tanto por los valores intrínsecos, como por el potencial económico, Aysén se merece un futuro diferente al que desean los controladores monopolios eléctricos, de las cuales HidroAysén es como la Hidra de Lerna, con sus múltiples cabezas.
Todos somos necesarios para lograr una Patagonia sin Represas. Apóyanos en www.patagoniasinrepresas.com.