La industria hidroeléctrica amenaza a los últimos ríos salvajes

10 octubre, 2021 The Conversation

Las tecnologías para aprovechar el poder del agua se promocionan como cruciales para un futuro con bajas emisiones. Pero durante muchas décadas, la industria hidroeléctrica ha causado graves daños al medio ambiente y la vida de las personas.

Más de 500  nuevas represas hidroeléctricas están actualmente planificadas o en construcción en las áreas protegidas del mundo. Y unos  260.000 kilómetros  de los últimos ríos salvajes, incluidos los ríos Amazonas, Congo, Irrawaddy y Salween, están amenazados por las presas propuestas.

Pero se necesita con urgencia una supervisión estricta y un compromiso por parte de los bancos y los gobiernos de apoyar únicamente los desarrollos hidroeléctricos de bombeo sostenibles. De lo contrario, la industria en expansión podría desplazar a millones de personas más, dañar irreparablemente los ríos y llevar a las especies a la extinción.

La vieja tecnología hidroeléctrica da nueva vida

La hidroelectricidad es una tecnología antigua que consiste en hacer pasar agua desde un depósito a través de una turbina para generar electricidad. Una aplicación, conocida como  almacenamiento por bombeo , puede almacenar la electricidad generada por la energía solar y eólica. En la era del cambio climático, el almacenamiento por bombeo ha dado nueva vida a la tecnología hidroeléctrica.

La energía hidroeléctrica bombeada utiliza el exceso de energía renovable para bombear agua desde un depósito más bajo a uno más alto. Luego, el agua se libera cuesta abajo para producir electricidad cuando se necesita, luego se bombea nuevamente cuando la electricidad vuelve a ser excedente.

Las tecnologías como la eólica y la solar solo pueden producir electricidad cuando el sol brilla o el viento sopla. La energía hidroeléctrica bombeada puede hacer que dichos generadores sean más confiables al almacenar energía renovable cuando se produce y luego liberarla según sea necesario.

El almacenamiento de agua por bombeo se puede agregar a los embalses existentes en los ríos. También se puede ubicar frente a los ríos, lo que a menudo puede conducir a mejores resultados sociales y ambientales. Uno de esos proyectos en el norte de Queensland, Kidstone , implica la remodelación de una antigua mina de oro.

Un historial pobre

La energía hidroeléctrica y las represas asociadas tienen un largo historial de daños ambientales y sociales. Además de las inundaciones de ecosistemas, tierras de cultivo y pueblos, los proyectos hidroeléctricos interrumpen significativamente los flujos de los ríos. Esto, entre  otros daños , puede privar de agua a los humedales de las llanuras aluviales, bloquear la migración y reproducción de peces y reducir los flujos de nutrientes.

A nivel mundial, las poblaciones de especies de agua dulce, incluidos mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces, han disminuido en aproximadamente un  84% desde 1970, en gran parte debido a las presas. En Tasmania, la inundación del ecosistema único del  lago Pedder  en la década de 1970 provocó la extinción de varias especies.

Y aunque la energía hidroeléctrica se considera una energía “limpia”, puede generar cantidades significativas de gases de efecto invernadero cuando las plantas y los árboles inundados se descomponen.

Las emisiones de la mayoría de las represas hidroeléctricas son comparables a las emisiones del ciclo de vida de los generadores solares y eólicos. Pero en sitios tropicales más cálidos donde la vegetación es más densa, los reservorios  podrían tener  una tasa de emisión más alta que la electricidad basada en fósiles.

Pero habitualmente se proponen nuevos proyectos hidroeléctricos  en sitios  donde causarán daños sustanciales. Y los problemas sociales y ambientales causados ​​por las represas hidroeléctricas  continúan  en lugares tan diversos como  Colombia  y la  región del Mekong en el sudeste asiático.

El proyecto de almacenamiento por bombeo Snowy 2.0 en el Parque Nacional Kosciuszko en Australia destaca las compensaciones involucradas en muchos desarrollos hidroeléctricos.

Promete mejorar la confiabilidad de la energía solar y eólica, ayudando a mitigar el cambio climático. Pero  también  amenaza a dos especies de peces en peligro de extinción, y se están despejando varios miles de hectáreas de parque nacional   para infraestructura.

Un cambio de imagen de la industria hidroeléctrica

Claramente, la industria hidroeléctrica mundial tiene un trabajo de relaciones públicas que hacer, si se quiere realizar su expansión global. La Asociación Internacional de Energía Hidroeléctrica parece haberse dado cuenta de esto, adoptando un enfoque sofisticado para mejorar la licencia social de la industria.

La industria se ha comprometido a no construir represas hidroeléctricas en sitios del patrimonio mundial. También ha  ofrecido  “evitar, minimizar, mitigar o compensar” los daños en las áreas protegidas (aunque no ofrezca una protección completa).

Sin embargo, es difícil ver que los nuevos estándares se apliquen sistemáticamente a menos que los gobiernos de las principales naciones constructoras de represas, especialmente China, India, Brasil y Turquía, adopten los estándares en sus procesos de planificación y aprobación.

¿Y cómo se evitará que los operadores deshonestos y los financistas irresponsables desarrollen proyectos insostenibles, especialmente cuando algunos gobiernos están obsesionados con habilitarlos?

Es de interés para la Asociación Internacional de Energía Hidroeléctrica, como elemento progresista de la industria hidroeléctrica, abogar por que los gobiernos y los financistas evalúen los proyectos hidroeléctricos propuestos en función de los nuevos estándares.

Causando el menor daño

La energía hidroeléctrica de bombeo tiene un papel importante que desempeñar en la transición de las energías renovables, pero solo cuando los proyectos causan un daño mínimo a las personas y la naturaleza.

Garantizar una industria sostenible en el futuro podría lograrse deteniendo los dañinos proyectos hidroeléctricos convencionales en los ríos. En cambio, los proyectos de almacenamiento por bombeo deben desarrollarse cuando:

  • una evaluación muestra que satisfacen las necesidades de un sistema energético
  • Los conflictos ambientales y sociales son mínimos, como en los sitios fuera del río.
  • para proyectos en áreas tropicales, se evitan los reservorios poco profundos y la inundación de la vegetación para minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero.

El almacenamiento por bombeo ofrece a la industria hidroeléctrica la oportunidad de reposicionarse de villano a héroe. La industria ahora debe traducir sus palabras en práctica. Y los financieros y los reguladores gubernamentales deben apoyar solo aquellos proyectos hidroeléctricos que busquen genuinamente minimizar el daño ambiental y social.

Este artículo fue escrito por Jamie Pittock, profesor de la Escuela Fenner de Medio Ambiente y Sociedad de la Universidad Nacional de Australia. Se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Artículo en inglés

https://www.ecoportal.net/temas-especiales/la-industria-hidroelectrica/

Conservemos nuestros ríos salvajes

Qué Pasa

Proteger en forma permanente los ríos que aún fluyen libremente debe ser una pieza central en el plan de acción climático de cada país. Chile puede liderar el camino. Esta columna fue publicada en The New York Times.

Macarena Soler, Monti Aguirre y Juan Pablo Orrego

9 ene 2020

Los ríos de la Patagonia chilena bajan como cascadas desde las escarpadas montañas nevadas, ganando velocidad entre las rocas y cerros ondulantes, y llenando el ambiente de impresionantes tonalidades turquesas, azules y verdes. El Puelo. El Baker. El Pascua. El Futaleufú. Todos ellos son tan impresionantes y únicos como los paisajes que recorren. Pero estos ríos, como muchos otros en todo el mundo, se han visto amenazados por proyectos que quieren represar sus aguas para abastecer de electricidad a las ciudades y/o a operaciones mineras ubicadas a grandes distancias. Solo un tercio de los 177 ríos más importantes del mundo siguen fluyendo libremente, y solo 21 ríos que tienen más de 1.000 kilómetros de longitud mantienen una conexión directa con el mar.

Si queremos detener el cambio climático global, impedir la intoxicación de las fuentes de agua dulce y hacer lo necesario por todos aquellos que dependen de los ríos para sobrevivir, debemos devolver más ríos a su estado natural.

Por décadas, los ríos han sido un tema de conversación tardía en las discusiones globales sobre cambio climático, como las que recién concluyeron en Madrid este mes. De hecho, nuevas corrientes de financiamiento climático, como la Iniciativa de Bonos Climáticos, pronto estarán disponibles para proyectos hidroeléctricos a gran escala. Si bien las energías renovables y su financiamiento son parte importante de las soluciones climáticas, las represas hidroeléctricas NO son la solución.

La hidroelectricidad no es una tecnología limpia y verde, como se suele creer. Los ríos ayudan a regular un ciclo de carbono global cada vez más volátil, transportando material orgánico en descomposición de la tierra al mar, donde se deposita en el lecho marino. Esto extrae cada año unos 200 millones de toneladas estimadas de carbono del aire.

El científico Philip Fearnside, integrante del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, ha documentado que las grandes represas, sobre todo en ríos tropicales como el Amazonas, son verdaderas «fábricas de metano», emitiendo en algunos casos más gases de efecto invernadero que las centrales eléctricas a carbón. A principios de este mes en Madrid, 276 organizaciones de la sociedad civil que participaron en las conversaciones sobre cambio climático de las Naciones Unidas solicitaron que la Iniciativa de Bonos Climáticos excluya a las mega represas del financiamiento climático.

Las represas hidroeléctricas, cuando se construyen, inundan grandes áreas de vegetación, provocando descomposición y liberando dióxido de carbono, metano y óxido nitroso al ambiente. De hecho, consideradas en su conjunto, las represas hidroeléctricas emiten mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año, comparable a la industria de la aviación, que emitió más de 900 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2018.

Pero el represamiento de ríos no solo afecta a los ecosistemas, sino que también a las personas. Más de 60 millones de personas en países en vías de desarrollo dependen de lagos y ríos para su sustento. Se calcula que unas 80 millones de personas ya han sido desplazadas por proyectos de represas en todo el mundo. Las Naciones Unidas estiman que alrededor de un millón de especies de animales y plantas están siendo amenazadas de extinción, al menos en parte por la construcción de represas, la contaminación de ríos, alteración de su cauce para la agroindustria y la sobrepesca.

Por más de una década, los ambientalistas chilenos hemos luchado contra proyectos de represas en el país. En 2006, Endesa propuso construir cinco mega represas en la región de Aysén, una de las áreas menos poblada de nuestro país y una de las más prístinas, la cual alberga una de las mayores reservas de agua dulce del mundo fuera de la Antártica y Groenlandia: Campos de Hielo Norte y Sur.

Nos referimos al controvertido proyecto HidroAysén, que habría inundado alrededor de 6.070 hectáreas de bosques para transmitir energía a ciudades tan distantes como Santiago y para alimentar la industria del cobre, que representa el 10 por ciento del PIB de nuestro país. Pero ¿a qué costo?

Un estudio realizado en 2009 por la Universidad de Chile señaló que no se requerían grandes proyectos de represas para satisfacer las futuras y crecientes necesidades de energía del país. Las comunidades amenazadas directamente por HidroAysén se organizaron, salieron a la calle miles de personas en diferentes ciudades con pancartas contra el proyecto, otras decenas de miles firmaron peticiones, y los ambientalistas desafiamos las represas presentando diferentes causas en tribunales.

A pesar del entusiasmo inicial del gobierno por dar luz verde a HidroAysén, el Comité de Ministros suspendió el proyecto en 2014, reconociendo los impactos significativos que tendría sobre una de las regiones más emblemáticas de Chile.

El movimiento actual para proteger los ríos libres de la Patagonia se apoya en la «Wild and Scenic Rivers Act» (Ley de ríos salvajes y escénicos) de los Estados Unidos, aprobada en 1968, la cual protege 13,413 millas de 226 ríos que fluyen libremente en 41 Estados y Puerto Rico.

Varias organizaciones chilenas estamos trabajando en la elaboración de un proyecto de Ley Ríos Salvajes, lo que sitúa a Chile a la vanguardia de los países que utilizan las protecciones fluviales como un medio para adaptarse y contrarrestar el cambio climático.

Nuestros esfuerzos también se han visto impulsados por acontecimientos recientes que han significado el otorgamiento de derechos legales a ríos en Nueva Zelanda y Bangladesh. Varias organizaciones internacionales, entre ellas Rivers Without Boundaries y World Heritage Watch, contribuyeron al informe «Heritage Dammed» (Patrimonio Embalsado), publicado en junio, el cual solicita que los ríos reciban el mismo reconocimiento y protección que los Sitios declarados como Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Esto podría otorgarle a los ríos más preciados del mundo – entre ellos entre ellos el Nu-Salween y el Tigris – una protección legal permanente contra el represamiento, la contaminación y la alteración de sus cauces.

Es importante recalcar que los primeros países en participar en el boom de la construcción de represas han empezado a desmantelar o dejar parcialmente fuera de funcionamiento sus represas. En Estados Unidos se han removido más de 1.600 represas obsoletas. El actual plan quinquenal de desarrollo económico y social en China incluye un esfuerzo por reconectar ríos, revirtiendo años de construcción de represas sin control que contribuyeron a la desaparición de más de la mitad de los 50.000 ríos del país.

En Chile nos estamos organizando para proteger los ríos de un destino similar, ya que cambiarán irrevocablemente si el gobierno chileno no les otorga una protección legal permanente. Si la comunidad global se preocupa por el clima, entonces debemos hacerlo mucho mejor para proteger nuestros ríos.

* Macarena Soler es la fundadora de Geute Conservación Sur (@Fundacion_Geute). Monti Aguirre es la Coordinadora del Programa de International Rivers para Latinoamérica (@intlrivers). Juan Pablo Orrego es el presidente de Ecosistemas (@riosvivos) y en 1997 recibió el Goldman Environmental Prize.

https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/conservemos-nuestros-rios-salvajes/968096/